La evaluación de la reserva ovárica es una prueba básica del estudio de esterilidad. A grandes rasgos vamos a hacer una estimación de la población de óvulos de los ovarios, en cantidad y calidad. La vertiente cuantitativa es relativamente fácil, ya que tanto el recuento folicular como la medición de la hormona antimülleriana en sangre han demostrado ser muy precisos. Sin embargo, la evaluación de la calidad de los óvulos es más indirecta: el principal marcador es la edad aunque también hay factores externos, en especial los hábitos de vida (tabaco, sobrepeso, drogas y determinadas ocupaciones profesionales).
En el momento actual, prácticamente sólo las mujeres con dificultades para tener un hijo, o quienes desean preservar su fertilidad, se hacen estudios de la reserva ovárica. Cuando ésta es baja decimos que es una de las causas de su infertilidad. Pero, ¿qué sucede si encontramos una baja reserva “por casualidad”, en una mujer sin problemas aparentes de fertilidad? Más aún, ¿deberíamos estudiar la reserva ovárica en mujeres sanas que probablemente quieran ser madres en un futuro?
¿Cómo se define la baja reserva ovárica?
En primer lugar es importante señalar que no existe un criterio unánime para definir la baja reserva ovárica. Un grupo de expertos a nivel internacional, denominado POSEIDON, ha consensuado que un recuento de folículos antrales por debajo de 5 y/o un nivel de hormona antimülleriana por debajo de 1,2 ng/ml definirían una baja reserva ovárica. Pero lo cierto es que cada país, y cada centro, utilice umbrales propios, y esto limita mucho a la hora de dar unas recomendaciones generales. Es más, y esto es crucial: si la población de óvulos va disminuyendo a lo largo del tiempo, deberíamos definir límites para cada edad.
En segundo lugar, cantidad no es calidad. No es lo mismo encontrarnos una baja reserva ovárica a los 30 años que a los 40, por ejemplo. Aunque es verdad que las mujeres con baja reserva tienen peores resultados en los tratamientos de reproducción asistida a cualquier edad, el impacto es menor por debajo de los 35 años.
Implicaciones de la baja reserva ovárica
A día de hoy sabemos que la baja reserva es causa de esterilidad y de mayor riesgo de aborto. Aún no se han realizado estudios en la población general para evaluar su frecuencia real y su verdadero impacto en la fertilidad global, pero si detectamos una baja reserva de forma casual, en una mujer que de momento no desea quedarse embarazada, debemos informarle que su pronóstico reproductivo es, según lo que sabemos a día de hoy, menor. De aquí la importancia de hacer, al menos, un recuento de folículos y/o una determinación de hormona antimülleriana en cada revisión ginecológica rutinaria, y si éste es bajo remitir a un especialista en fertilidad para recibir información y asesoramiento. Más concretamente, a la mayoría de las mujeres les recomendaremos buscar el embarazo pronto o, como alternativa, preservar sus óvulos mediante una vitrificación.
En conclusión, la baja reserva ovárica seguramente supondrá una disminución de la fertilidad en mujeres sanas. Por ello recomendamos que todas las mujeres que se plantean ser madres, ahora o en el futuro, se realicen un estudio periódico de la reserva ovárica.