Más de 25 años
UN PACIENTE, UN TRATAMIENTO
En mi consulta, cada paciente es más que un caso: son una historia única y valiosa que merece ser escuchada, comprendida y tratada con rigor. El primer paso comienza con una evaluación inicial exhaustiva y el estudio personalizado que nos permita entender tus necesidades y programar el tratamiento más adecuado para ti.
La transparencia y la honestidad son dos de mis pilares fundamentales, esto significa que siempre estarás bien informada en cada paso del proceso. Estoy aquí para guiarte, apoyarte y acompañarte en cada paso de tu viaje hacia la maternidad.
JUNTOS, EN TU PROPÓSITO DE SER MADRE
Tratamientos
Más de 3.500 tratamientos
realizados con éxito en casos
de diferente complejidad.
EMBARAZOS
70% de embarazos
a término en tratamientos
de fecundación in vitro.
PACIENTES
5 sobre 5 de valoración
en Doctoralia sobre la atención
y el trato a mis pacientes.
TE AYUDO A DESPEJAR TUS DUDAS
Es indudable que la ovulación ocurre en un momento puntual, por lo que sería lógico pensar que la posibilidad de quedar embarazada se limita a un corto espacio de tiempo. Los test de ovulación detectan en la orina la LH, u hormona luteinizante, cuya elevación es necesaria para que el óvulo sea liberado. Dada su alta sensibilidad, son una excelente opción para saber cuándo ocurrirá la ovulación; sin embargo, no parecen ser tan resolutivos a la hora del embarazo. Esto se debe principalmente a dos razones: por un lado, en condiciones normales los espermatozoides mantienen su capacidad fecundante durante varios días, de tal manera que pueden quedar “retenidos” en las trompas de Falopio hasta 7 días, a la espera de la ovulación. Y, en segundo lugar, el óvulo se estima que también puede sobrevivir varias horas en un entorno natural.
Varios estudios han comparado los test de ovulación frente a una actividad sexual regular, sin encontrarse un mayor número de embarazos. Concretamente, mantener relaciones sexuales cada 3-4 días es lo ideal, pues resulta óptimo para la calidad de los espermatozoides.
Dependerá del tipo de tratamiento, pero por regla general es muy recomendable que realices un ejercicio físico adaptado. Si nos referimos a una estimulación hormonal (fecundación in vitro, preservación de la fertilidad, inseminación artificial), desde los primeros días tendrás que evitar ejercicios de impacto (correr, saltar, bailar, etc), o aquello que implique trabajo abdominal o pélvico. Todo ello para evitar riesgos como la rotura prematura de los folículos o la torsión ovárica.
Por el contrario, si solo estás preparándote para recibir un embrión pero SIN estimulación de los ovarios (transferencia de embrión congelado, recepción de óvulos/embriones donados, ROPA), salvo recomendación específica de tu médico podrás mantener tu actividad hasta el momento de la transferencia del embrión.
Por regla general, sí. Exceptuando el viaje en avión el mismo día de la transferencia, pues algún trabajo científico ha observado una menor posibilidad de embarazo, podrás viajar y sin excepción del tiempo o tipo de transporte. Por otro lado, es fundamental que tengas previsto llevar todos los medicamentos que vayas a necesitar.
Partimos de un principio básico: cuanto antes, mejor. Sabemos que la reserva ovárica comienza a disminuir más rápidamente a partir de los 35 años. Por otro lado, tenemos ya bastantes datos sobre la viabilidad de los óvulos descongelados antes de los 35 años, en cuanto a posibilidad de embarazo, evolución de éste y la salud de la descendencia en los primeros años de vida.
Por lo tanto, seguimos recomendando que sea antes de los 35 años. Una vez que tengas toda la información necesaria (objetivo, responsabilidades, qué pruebas deben hacerse previamente, en qué consiste el tratamiento, plazos, etc.) y te hayas decidido, solo será cuestión de planificar con tu médico el momento más adecuado a tus necesidades y prioridades.
Pero sin prisa. Una vez conocida tu reserva ovárica en cantidad, y con una excelente aproximación a la calidad a través de un historial médico individualizado, no cabe esperar que ambas cambien en un plazo inferior a 3-6 meses.
Por lo general, no es recomendable hacer pruebas a priori. Estrictamente hablando, las pruebas de fertilidad no existen como tales, sino que realizamos el llamado estudio básico de esterilidad (o infertilidad), después de 6 meses a 1 año buscando el embarazo, para intentar encontrar las posibles causas y plantear así un tratamiento.
Sin embargo, existen varias enfermedades que, aunque aparentemente curadas, pueden haber dejado comprometida la fertilidad. Ejemplos frecuentes son la endometriosis, las infecciones pélvicas y, en el varón, la prostatitis o los problemas testiculares en la infancia (testículo “en ascensor”, criptorquidia).
Es, por tanto, fundamental que la mujer realice sus revisiones ginecológicas periódicas para detectar pronto si aparece algún problema; además, tan importante o más es la edad, pues a partir de los 38 años la fertilidad natural comienza a estar bastante comprometida. Igualmente, ante un planteamiento de embarazo, si el varón ha tenido algún problema de los mencionados debería acudir al urólogo sin demora.
Una vez te hayan explicado detalladamente todos los aspectos del tratamiento, y te hayan aclarado las dudas y cuestiones que te surjan, el siguiente paso sería planificar el comienzo del mismo. Teniendo en cuenta que la duración hasta la punción ovárica (extracción de los óvulos), suele ser de 12 a 14 días, y que en algunas ocasiones realizaremos una preparación previa de los ovarios, lo mejor sería buscar un período de tiempo que te resulte más fácil compatibilizarlo con tu vida cotidiana, ya que este tratamiento conlleva un cierto estrés físico y emocional (visitas frecuentes a la clínica, aplicación diaria de los medicamentos, día de la punción, etc.).
Otro aspecto clave a tener en cuenta es si la transferencia del embrión se hará inmediata o diferida, lo cual dependerá del tipo de tratamiento que te hayan recomendado.
Lo primero a tener en cuenta es que la mujer es la única propietaria de sus óvulos, mientras que la clínica deberá conservarlos y custodiarlos adecuadamente en unas instalaciones y con un material correctamente identificado.
La legislación vigente establece los posibles futuros destinos de los óvulos congelados (Ley 14/2006, cap. III, art. 11). Por lo tanto, los óvulos se conservarán por tiempo indefinido hasta que la mujer decida libremente su destino, entre las opciones que establece la Ley, o bien “hasta el momento en que se considere por los responsables médicos, con el dictamen favorable de especialistas independientes y ajenos al centro correspondiente, que la receptora no reúne los requisitos clínicamente adecuados para la práctica de la técnica de reproducción asistida”.
Exceptuando recomendaciones personalizadas de tus médicos (por intolerancias alimenticias, enfermedad celíaca, etc.), los cambios en la dieta vendrán determinados principalmente en relación a dos gérmenes: la listeria y el toxoplasma (este último en mujeres no inmunizadas). Éstos pueden estar presentes en los alimentos, pero se inactivan al cocinar a temperatura alta (>80o), o en el caso de alimentos frescos con lavado abundante en agua.
Así, por regla general las embarazadas deberán consumir carnes y pescados cocinados, verduras frescas y frutas bien lavadas o peladas, y leche y derivados lácteos pasteurizados.
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